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[Cómic] Reseña de X-Men: El Peor Hombre-X del Mundo, de Max Bemis y Michael Walsh


De un tiempo a esta parte, la cabecera titulada X-Men Presenta de Panini se había convertido en una antología en la que dar cabida a materiales de difícil salida en otros formatos. Por sus páginas habían pasado series como la protagonizada por el Magneto de Cullen Bunn y Gabriel Hernandez Walta y la de Rondador Nocturno del veterano Chris Claremont acompañado de Todd Nauck, así como unos cuantos números inéditos de la X-23 de Marjorie Liu, Sana Takeda y Phil Noto. Este tipo de colecciones que recopilan materiales diversos no suelen funcionar bien en el mercado español y prueba de ello es que Panini ha cerrado X-Men Presenta en su número 69 del pasado mes de diciembre. Sin embargo, yo siempre disfruto cuando alguna editorial se atreve con una propuesta como esta. Las antologías suelen ser una lectura fácil y agradable, ya que permiten picotear entre varias series y encontrarse con autores de distintos perfiles. Además, sirven para paliar las ansias completistas que genera el hecho de que una determinada cabecera no llegue a editarse en España. No obstante, X-Men Presenta se ha cerrado por todo lo alto con la publicación de una de las miniseries mutantes más divertidas de los últimos tiempos: El Peor Hombre-X del Mundo (X-Men: Worst X-Man Ever) de Max Bemis y Michael Walsh.

Max Bemis es más conocido por ser parte de la banda de rock californiana Say Anything que por sus pinitos como escritor, aunque esta miniserie no es su primer trabajo para Marvel. Previamente había escrito un capítulo de V+X, la colección derivada del evento que enfrentó a los Vengadores y a la Patrulla X. Más concretamente, se encargó de una historia bastante divertida en la que el Spiderman Superior se cruzaba con Magneto. El experimento tuvo que agradar en las oficinas de la Casa de las Ideas, ya que no mucho después la propuesta de Bemis para El Peor Hombre-X del Mundo fue aprobada. Actualmente el guionista se encarga de una nueva cabecera en USA dedicada a Foolkiller, el Asesino de Tontos, por lo que sigue vinculado a la editorial tras su primera toma de contacto. Es bastante habitual que alguna celebridad se interese por publicar en una gran editorial de cómics (o que una de dichas editoriales tiente a un autor famoso para que escriba una de sus colecciones), aunque muchos de esos casos no pasan de ser experimentos puntuales. Espero que este no sea el caso. Al parecer, Bemis es un gran aficionado a los cómics y fue él quien se interesó por publicar para Marvel, por lo que es de esperar que veamos más trabajos suyos en el futuro.

Por desgracia, tengo bastante menos que decir del dibujante, Michael Walsh, al que sólo había visto antes en números sueltos de series como Bucky Burnes: El Soldado de Invierno y Mapache Cohete y Groot. Este ilustrador canadiense, que también ejerce labores de portadista, tiene un estilo espontáneo y de trazo grueso que me recuerda a algunos webcomics. Además de manejarse bien con el tipo de humor que propone el guionista, su trabajo aquí me ha parecido interesante por la revisión estética que realiza sobre algunos de los personajes mutantes más conocidos, como la Bestia, Júbilo, Mística, el Sapo o Magneto.


Entrando ya en materia, X-Men: El Peor Hombre-X del Mundo parte de una premisa hilarante. A lo largo de su dilatada historia, la Patrulla X ha contado con infinidad de miembros y no todos han logrado el favor del público. Es más, algunos han sido unánimemente rechazados, odiados y defenestrados. Joseph (un fallido clon de Magneto), Oruga, Cecilia Reyes o Stacy X suelen ser siempre los primeros candidatos en aparecer cuando se piensa en el peor Hombre-X de la historia mutante. Pues bien, lo que propone Max Bemis es contarnos la historia de alguien aún peor que cualquiera de ellos: el joven Bailey Hoskins, un chaval pelirrojo con una suerte que haría reír a Peter Parker y que cuenta con el peor poder jamás ostentado por un mutante. Los caprichos de la genética han querido que Bailey tenga el poder de explotar a voluntad, pero no le han dotado con ninguna forma de salir vivo de la detonación. Por tanto, en cuanto use su poder mutante por primera vez acabará muerto de forma irremediable.

La imposibilidad de usar su poder sin morir hace que, a efectos prácticos, Bailey sea un humano normal y corriente al que las circunstancias han llevado a vivir en la escuela de la Patrulla X; alguien cuyo punto de vista no se diferencia demasiado del que puede tener cualquier lector. Lo curioso es que el muchacho era un gran admirador de las hazañas del grupo de aventureros mutantes, hasta que entra a formar parte de su mundo y empieza a descubrir que no todo es tan atractivo desde dentro. El guionista utiliza esta situación para parodiar con gran inteligencia la idiosincrasia mutante, lo cual desde mi punto de vista denota cierto conocimiento de la franquicia. Creo que las mejores parodias se construyen siempre desde el conocimiento de aquello que se está parodiando, ya que una parodia implica algo más que chistes fáciles: una parodia sustenta su humor en los elementos que definen a eso que se quiere parodiar, retorciéndolos para mostrar lo absurdos que pueden llegar a ser en ocasiones. Eso es precisamente lo que hace Bemis aquí y lo que supondrá las delicias de todo el que tenga cierta experiencia leyendo la franquicia mutante. Por poner un ejemplo, el guionista sabe de lo que habla cuando hace que Bailey trate de encontrar acomodo en alguno de los diversos equipos derivados de la Patrulla X, tales como X-Force, Factor X o los Nuevos Mutantes, produciendo situaciones hilarantes que sólo pueden comprenderse en su totalidad si se conocen los elementos definitorios de esos equipos.

Algo que me ha parecido muy disfrutable del trabajo del guionista han sido los diálogos. De hecho, la miniserie cuenta con unos cuantos que me parecen memorables. Los hay muy divertidos, como esa crítica que hace Lobezno de la sempiterna benevolencia del Profesor Xavier ("El tío tiene un proceso de filtrado que hace que la Iglesia católica parezca exigente. Estamos hablando de un hombre que sigue dando cobijo a Mística pensando que eh, después de una década de falsedades... tal vez haya pasado página."), la explicación que ofrece la Bestia sobre los mutantes de nivel omicrón ("Me lo acabo de inventar. Es sólo una de las letras del alfabeto griego que suena más siniestra.") o los descacharrantes comentarios sobre la tradición de los partidos de béisbol entre los mutantes ("Tío, no hay nada como estos inexplicables lapsos entre crisis mundiales que aprovechamos para estrechar lazos de manera informal."). Sin embargo, uno de los momentos que más he disfrutado de toda la miniserie se produce en su penúltimo número y no tiene nada de humor. De hecho, se trata de una de las apreciaciones más lúcidas que recuerdo haber leído sobre lo que ha definido a la Patrulla X desde los tiempos en los que Chris Claremont la convirtió en lo que hoy es. Se trata del momento en el que un confundido Bailey le pregunta al Profesor Xavier acerca de qué sentido tiene seguir haciendo lo que hace la Patrulla X después de tantos años y tantas luchas. La respuesta que le ofrece Xavier me parece la visión más sincera que se ha atrevido a dar un autor en mucho tiempo y está cargada de auténtico cariño hacia la franquicia mutante. Se trata de una respuesta que, por cierto, está muy alejada de los excesos líricos tan característicos de Claremont, pero que conecta con la filosofía del viejo Patriarca Mutante de una forma muy íntima.


Otro aspecto a destacar es el aspecto "meta" de la miniserie, que juguetea con el concepto de continuidad de una forma que va más allá de la ficción y nos hace pensar en todo lo que sucede en el mundo real que rodea a los cómics publicados por Marvel. Bemis también introduce una serie de comentarios que se pueden aplicar tanto a los personajes como a los lectores. En especial, hay unas frases de Magneto que yo interpreto como un mensaje sobre el estado actual del medio desde un punto de vista bastante crítico ("Haz una búsqueda en Google y encontrarás a miles dispuestos a luchar por los derechos de las minorías... impedir el abuso del poder... cambiar las cosas. ¿Pero quién ha emprendido una acción verdadera? ¿Quién ha hecho un esfuerzo más allá de mandar un tuit indignado?"). Esto me hace pensar que el guionista es consciente de lo agitado que está el medio últimamente y que tiene un punto de vista muy interesante que aportar, aunque sea a base de sutiles comentarios crípticos. Yo diría que más que comentarios sutiles podrían considerarse puyas en toda regla, pero bueno. Doy fe de que a Bemis se le dan bien las puyas, como podría atestiguar el bueno de Cíclope en las últimas entregas de la miniserie.

Pero volviendo al tema de la continuidad, diré que durante la lectura de El Peor Hombre-X del Mundo me estuvo molestando el hecho de que un autor que parecía tan preocupado por mencionar la continuidad hubiese situado su historia en una época tan ambigua que no parecía encajar bien en la continuidad mutante. En efecto, durante su inicio la miniserie parece ser uno de esos productos independientes que pueden leerse sin tener ni idea de por dónde van los tiros en la franquicia de la Patrulla X en ese momento, ya que se presentan versiones más o menos estereotípicas de los personajes. De esta forma, no tenemos a la Bestia con aspecto felino ni a la Patrulla X desplazada en el tiempo rondando por ahí, sino a una versión estándar de los estudiantes de Xavier más conocidos. Incluso la propia escuela se acerca mucho más a la clásica Escuela del Profesor Xavier para Jóvenes Talentos que a la más reciente Escuela Jean Grey. El Peor Hombre-X del Mundo es una especie de "grandes éxitos" mutantes, cogiendo los elementos más característicos de diversos personajes y épocas para crear un escenario familiar y accesible para todo tipo de lector, incluso para los que no suelen leer cómics mutantes. No obstante, tengo que puntualizar que lo que en principio me pareció un aspecto criticable acaba convirtiéndose en uno de los grandes aciertos de la miniserie, cuya conclusión tiene mucho que ver con la inexplicables peculiaridades de la continuidad marvelita. En un nuevo ejercicio de metaficción, Bemis concluye el argumento referenciándose a sí mismo y a la propuesta que envió a Marvel, lo cual me pareció muy ingenioso y en la línea de esa vieja tradición de los autores de la Casa de las Ideas que suelen incluirse a sí mismos dentro de sus historias. No diré más para no estropearle a nadie la lectura.


El Peor Hombre-X del Mundo acaba de la única forma en la que puede acabar una historia mutante: con un futuro distópico, porque no hay nada más característico de la Patrulla X que un oscuro futuro cargado de persecución, exterminio y opresión. Ese es el punto en el que el humor paródico y un tanto macarra de las primeras entregas se convierte en un humor mucho más ácido, más próximo al humor negro. Es el tipo de humor que se lleva hoy en día gracias a series de animación como Rick & Morty o BoJack Horseman y que, además de hacer gracia, deja al espectador con una cierta sensación de incomodidad. Quizá sea porque hace reír con situaciones que no deberían resultarnos divertidas, como sucede con la conclusión de El Peor Hombre-X del Mundo. Me costaría encuadrar el último número que escribe aquí Bemis dentro del género de comedia al que pertenecen los anteriores, pero eso es lo que hace que esta miniserie sea tan especial. Si hubiese mantenido el mismo tono hasta el final habría pasado al recuerdo como una propuesta graciosa y gamberra, pero su aguda y agridulce conclusión la eleva por encima de otras propuestas similares. Por este motivo no me cuesta calificar a El Peor Hombre-X del Mundo como una de las mejores miniseries mutantes de los últimos tiempos ni tengo problema en decir que la carrera de si guionista en el mundo del cómic merece que le prestemos atención. Habrá que estar atento pues a la publicación por parte de Panini de Foolkiller.

Los cinco números de X-Men: El Peor Hombre-X del Mundo se han publicado en las dos últimas entregas (números 68 y 69) de la colección X-Men Presenta de Panini, por 4,50€ y 3,50€ respectivamente. No se me podía haber ocurrido una mejor despedida para esta cabecera.

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